Horarios Cultura Religiosa
Profesor: Eduardo A. Barrios L.
Septimo Basico A:
13:30 pm. - 15:10. Lunes
Primero Medio A:
09:45 am. - 11:15 am. Martes
Primero Medio C:
11:25 am. - 12:55 pm. Lunes
Primero Medio D:
15:10 pm. - 15:55 pm. Lunes
Segundo Medio B:
11:25 am. - 12:55 pm. Jueves
Cuarto Medio B:
09:45 am. - 11:15 am. Viernes
Nota: Este Blog es utilizado conjuntamente por la Prof. Irene Castillo para la asignatura de Religion o Cultura Religiosa.
Fechas de Evaluaciones...
Pruebas y Trabajos:
Septimos Basicos
10 de Junio Prueba de Nivel Cultura Religiosa.
Primeros Medios:
10 de Junio Pruebas de Nivel Cultura Religiosa.
Segundos Medios:
10 de Junio Prueba de Nivel Cultura Religiosa.
Cuartos Medios:
10 de Junio Pruebas de Nivel Cultura Religiosa .
Bio Etica
La bioética es la rama de la ética que aspira a proveer los principios orientadores de la conducta humana en el campo biomédico. Etimológicamente proviene del griego bios y ethos: "ética de la vida", la ética aplicada a la vida humana y no humana (animales, naturaleza).
En un sentido más amplio, sin embargo, la Bioética no se limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas morales que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales.
La bioética es una disciplina relativamente nueva y el origen del término corresponde al oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter, quien utilizó el término por primera vez en 1970 en un artículo publicado en la revista de la Universidad de Wisconsin "Perspectives in Biology and Medicine" y cuyo título ostentaba por primera vez dicho término: "Bioética: la ciencia de la supervivencia". Posteriormente, el año 1971, Potter publica un libro con el título de "Bioética: Puente hacia el futuro" ("Bioethics: Bridge to the future") en el cual se recogen varios de sus artículos.
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones entre biología, medicina, política, derecho, filosofía, sociología, antropología, teología... Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos. Algunos bioéticos tienden a reducir el ámbito de la ética a la moralidad en tratamientos médicos o en la innovación tecnológica. Otros, sin embargo, opinan que la ética debe incluir la moralidad de todas las acciones que puedan ayudar o dañar organismos capaces de sentir miedo y dolor.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a sus derechos inalienables, a su bien verdadero e integral: la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión que de ésta se tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada intervención técnica sobre el ser humano.
La bioética es con frecuencia material de discusión política, resultando en crudos enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que debe estar al servicio de la persona humana.
Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo se escandaliza con el descubrimiento de los experimentos médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los prisioneros en los campos de concentración. Esta situación, a la que se suma el dilema planteado por el invento de la fístula para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del Hospital Judío de Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva York, 1963), van configurando un panorama donde se hace necesaria la regulación, o al menos, la declaración de principios a favor de las víctimas de estos experimentos. Ello determina la publicación de diversas declaraciones y documentos bioéticos.
La creación en el mundo mapuche
“Entonces, dicen, tierra no había, agua tampoco, ni plantas, ni árboles, todo era nada. Sin embargo, en los aires vivía un espíritu poderoso, dueño de todos los aires. Con él vivían también otros espíritus que no eran poderosos como él y que le obedecían porque él mandaba a todos. Entonces los espíritus que no mandaban, quisieron mandar también y no le quisieron obedecer al espíritu grande. Por eso uno de ellos dijo: “Nosotros mandaremos ahora, porque somos muchos y él está solo”. Entonces el espíritu grande que no estaba solo – quedaban algunos espíritus que eran buenos y que querían siempre obedecer al jefe- se enojó y mandó a los espíritus que le eran fieles que juntarán a todos los rebeldes. Ellos no querían, pero el espíritu que mandaba pataleaba y lanzaba fuego por sus ojos. Por eso, todos fueron alcanzados y apilados en un gran montón, y cuando estuvieron así el jefe mandó a sus fieles mocetones a escupirles encima. También los escupió él, por todas partes caían sus escupos. Dicen que los cuerpos se endurecieron como piedras, como una manzana grande de piedra todos eran. Entonces el espíritu grande les puso el pie encima y se abrieron los aires por el mucho peso de todos los espíritus. Por esta razón cayeron y al caer se partió esta gran bola y quedaron los pedazos esparcidos, formando las montañas. Pero sucedió que no todos los espíritus eran de piedra, porque los que habían quedado adentro del montón no fueron tocados por los escupos. Estos espíritus eran de fuego vivo y se encontraron encerrados entre las piedras de los cuerpos de sus hermanos. Ellos querían salir a toda costa y desde adentro empezaron a trabajar; cavaban haciendo hoyos como pozos para salir, pero no podían. Rabiaban y peleaban entre ellos porque se echaban la culpa de lo que había sucedido. Era tanto el fuego que tenían en el cuerpo que éste los quemaba, y por eso de repente reventaron las montañas y salieron grandes chorros de cenizas, y humo muy negro y llamas también salían, dicen, pero no pudieron salir, porque no lo quería el espíritu que mandaba; sólo se volaron con las cenizas y las llamas unos espíritus que no habían sido tan malos como los otros y que se habían encontrado por casualidad metidos en la pelea. A éstos el jefe les permitió salir, pero no los quiso recibir más entre sus mocetones y los dejó así no más, colgados en los aires. Ellos son los que se ven de noche y que brillan como luces por el fuego que tienen en su cuerpo y que llamamos estrellas. Entonces estos espíritus lloraron, lloraron sin consuelo días y noches enteras y todo el llorar caía sobre las montañas, arrastrando las cenizas y las piedras que de este modo fueron formando las tierras. Las aguas, a su vez, se apozaron formando los mares y los ríos. Y los espíritus malos se quedaron adentro de las montañas y fueron los pillanes que hacen reventar los volcanes de los que sale humo y fuego. Cuando ya estuvo la tierra formada, el espíritu grande de los aires miró abajo, vio todo esto y dijo: “¿Para que sirve esta tierra sin nada?”. Así dijo y tomó a un joven espíritu que era hijo suyo y lo cambió en un hermoso hombre de carne y hueso. De arriba lo lanzó el espíritu, y al caer el joven se quedó aturdido, como muerto. Al ver esto, la madre del joven se lamentaba y pedía al espíritu grande que la dejara bajar a ella también para acompañar a su hijo. No quiso el jefe, dicen, y mirando vio una estrellita con una luz muy bonita que estaba cerca. La tomó y con ella formó una mujer y le sopló encima. Ella voló en los aires, enviada por el gran espíritu a juntarse con el hombre. La mujer bajó y llegó a tierra, quedando algo distante del lugar donde dormía el joven. Tuvo que caminar y como las piedras duras le hacían mucho daño en los pies, el espíritu de los aires hizo salir, por donde pisaba, pasto muy blando y flores muy hermosas. La mujer cogía las flores y por jugar las deshojaba. Las hojas que ella dejaba caer se cambiaron en pájaros, en mariposas que volaban y detrás de ella la hierba crecía alta, formando árboles muy grandes con frutas que ella comía. Cuando llegó al lugar donde el hombre dormía, ella se tendió a su lado para dormir, porque estaba muy cansada. Entonces despertó el hombre y vio a la mujer bonita tendida a su lado. Cuando ella despertó, se fueron los dos hacia los montes y en ellos contemplaron las hermosas flores, los pájaros y los árboles recién creados por el espíritu de los aires. Ambos se querían mucho, como dos hermanos se querían, dicen, y ya no pensaban más en volver a las alturas, por lo bien que se hallaban. Para ver lo que hacían, el espíritu que mandaba abrió un portillo redondo en los aires y por allí miraba. Y cuando miraba todo brillaba y venía un gran calor de arriba. La madre del joven también quería mirarlo; escondida del jefe abrió también un portillo, y cuando él no estaba, miraba ella, y para que su hijo pudiera ver bien su cara, dejaba caer una luz blanca muy suave que se podía mirar sin que dañara la vista. Entonces, dicen, los espíritus pillanes que estaban en los volcanes rabiaban mucho. Uno de ellos se enamoró de la bonita mujer y quería salir, pero no podía y por eso rabiaba echando fuego y ceniza. El espíritu grande quería que el hombre y la mujer fueran hermanos no más, y ellos se comportaban como tales porque no sabían de otra cosa. Dicen que entonces el pillán habló con una mujer espíritu malo como él, que rabiaba de pura envidia. Ella se sacó un pelo largo, muy largo, y estirando el brazo lo lanzó fuera del volcán. Apenas salió, el pelo tomó resuello, fue vivo el pelo de la mujer envidiosa encerrada en el volcán. Ese pelo largo se transformó en una serpiente muy delgada que se fue arrastrando hasta llegar donde dormían los dos hermanos, deslizándose entre ellos. Sucedió entonces que el espíritu grande que estaba en los aires se enojó, porque el hombre y la mujer que había enviado a la tierra escucharon a la serpiente. Muy enojado estaba, dicen, y toda la tierra se puso a temblar. Los árboles grandes fueron arrancados y tirados al suelo; todo se oscureció. Los volcanes reventaron, arrojando piedras y cenizas, que lo quemaban todo. Y el hombre y la mujer fueron arrojados a un barranco lleno de piedras del cual no pudieron salir porque estaba muy hondo. Allí, después de esa caída tan grande, la pareja empezó a procrear. En ese árido lugar tuvieron hijos tigres, hijos pumas y también hijos zorros, que después se unieron a hermosas mujeres con las que dieron origen a la raza de los mapuches. Así me lo contaron a mí. Así lo he oído contar yo.
El Popol Vuh
Popol Vuh o Libro del Consejo o Libro del Común, es de aproximadamente los años 1545 o 1555. Es un manuscrito histórico teológico escrito en lengua Quiché por algún sacerdote o jefe indígena. Esta narración pone por escrito lo que los indígenas mayas ya tenían escritos en libros antiguos que habían desaparecido.
De este libro nos interesa la descripción de la creación que aparece en la parte primera y tercera. Se nota cierta influencia de los textos del Génesis de la Biblia cristiana. El hombre y la mujer surge tras varios intentos fallidos y es hecho de maíz, el grano que constituye la base de la alimentación de los naturales de México y Centroamérica.
Vamos a presentar dos fragmentos del Popol Vuh donde nos relatan la creación de la tierra y de hombre. La creación de la tierra se encuentra al inicio del relato y la del hombre y la mujer en la tercera parte.
“Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barracas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y el crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.
El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxá-Caculhá. Y estos tres son el Corazón de Cielo.
Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quien será el que produzca el alimento y el sustento.
-¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe [el espacio], que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.
Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: -¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha.
Como la neblina, la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.
Y así se llenó de alegría Gucumatz, diciendo: -¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán y tú, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá!
-Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.
Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su feliz terminación”
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